ORACIÓN
A LA SANTÍSIMA TRINIDAD
DE JUAN PABLO II
1.Bendito seas, Padre, que en tu infinito amor nos has dado a tu
Unigénito Hijo, hecho carne por obra del Espíritu Santo en el seno purísimo de
la Virgen María, y nacido en Belén hace ahora dos mil años.
Él se ha hecho nuestro compañero de viaje y ha dado nuevo
significado a la historia, que es un camino hecho juntos, en el trabajo y en el
sufrimiento, en la fidelidad y en el amor, hacia aquellos cielos nuevos y hacia
aquella tierra nueva, en la que Tú, vencida la muerte, serás todo en todos.
¡Alabanza y gloria a Ti, Trinidad Santísima, único y sumo Dios!
2. Haz, Padre, que por tu gracia el Año jubilar sea un tiempo de
conversión profunda y de alegre retorno a Ti; concédenos que sea un tiempo de
reconciliación entre los hombres y de redescubierta concordia entre las
naciones; tiempo en el que las lanzas se truequen en hoces, y al fragor de las
armas sucedan cantos de paz. Concédenos, Padre, vivir el Año jubilar dóciles a
la voz del Espíritu, fieles en el seguimiento de Cristo, asiduos en la escucha
de la Palabra y en la asiduidad a las fuentes de la gracia.
¡Alabanza y gloria a Ti, Trinidad Santísima, único y sumo Dios!
3. Sostén, Padre, con la fuerza del Espíritu, el empeño de la
Iglesia en favor de la nueva evangelización y guía nuestros pasos por los
caminos del mundo para anunciar a Cristo con la vida, orientando nuestra
peregrinación terrena hacia la Ciudad de la luz. Haz, Padre, que brillen los
discípulos de tu Hijo por su amor hacia los pobres y oprimidos; que sean
solidarios con los necesitados, y generosos en las obras de misericordia, e
indulgentes con los hermanos para obtener ellos mismos de Ti indulgencia y
perdón.
¡Alabanza y gloria a Ti, Trinidad Santísima, único y sumo Dios!
4. Haz, Padre, que los discípulos de tu Hijo, purificada la memoria y reconocidas las propias culpas, sean una sola cosa, de suerte que el mundo crea. Otorga que se dilate el diálogo entre los seguidores de las grandes religiones, de suerte que todos los hombres descubran la alegría de ser tus hijos.
4. Haz, Padre, que los discípulos de tu Hijo, purificada la memoria y reconocidas las propias culpas, sean una sola cosa, de suerte que el mundo crea. Otorga que se dilate el diálogo entre los seguidores de las grandes religiones, de suerte que todos los hombres descubran la alegría de ser tus hijos.
Haz que a la voz suplicante de María, Madre de las gentes, se unan
las voces orantes de los apóstoles y de los mártires cristianos, de los justos
de todo pueblo y de todo tiempo, para que el Año Santo sea para todos y para la
Iglesia, motivo de renovada esperanza y de júbilo en el Espíritu.
¡Alabanza y gloria a Ti, Trinidad Santísima, único y sumo Dios!
5. ¡A Ti, Padre omnipotente, origen del cosmos y del hombre, por
Cristo, el Viviente, Señor del tiempo y de la historia, en el Espíritu que
santifica el universo, la alabanza, el honor, la gloria, hoy y en los siglos
sin fin. Amén!
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